
ENTRE TODOS Y TODAS COCINAMOS, aprendemos y enseñamos.
El título es exactamente la esencia de nuestro taller de cocina.
Todo comenzó como fruto de una reflexión y conversaciones de piscina en el verano 2014. Una persona ideó este tipo de taller como aprendizaje y enseñanza, como un compartir nuestros conocimientos culinarios.
Algunas participantes del taller habían asistido a cursos de cocina impartidos por expertos y expertas, pero no es lo que queríamos hacer en este taller.
La convocatoria se hizo pública mediante un anuncio en los tablones del pueblo y por invitación a distintas personas que pudiera interesarles esta actividad.
Faltaba concretar cómo se podría llevar a cabo: conseguir local, utensilios, costes…
Para empezar, recurrimos al Ayuntamiento donde se nos atendió desde el primer momento. Se nos facilitó el bar de las piscinas, mobiliario y después de una reunión de todas las personas interesadas comenzábamos a dar forma a este proyecto.
En el grupo éramos unas 18 personas que desde el primer momento quisimos ser parte activa de todo el taller. Algunas prestaron microondas, Cocina y horno, cazuelas, cubertería, vajilla, batidora, olla… y tantos utensilios que íbamos a usar.
El dinero para la elaboración de las recetas lo conseguimos con una cuota inicial y luego poniendo dinero cada vez que se iba acabando. Con esto se fueron comprando los ingredientes que cada día se iban a gastar. Las encargadas de cocinar compraban y llevaban todo lo necesario.
El menú de cada día consistía en un primer plato, un segundo y un postre. Cada día decidíamos quién iba a cocinar en la siguiente sesión según lo que sabía hacer cada persona. Las recetas las hacíamos a lo largo de las dos horas que duraba el taller. Aprendíamos el proceso, ayudábamos en la elaboración y por turno fregábamos y recogíamos.

La encargada del taller se ocupaba de copiar la receta y la pasaba a ordenador puntualmente cada semana y nos las daba la semana siguiente para que pudiéramos probar a hacerlas en casa. Así comentábamos cómo nos quedaba.
El taller acababa cada día con la degustación de lo cocinado. Allí dábamos nuestra opinión. No todas las recetas salían bien, pero teníamos muy buen talante para aceptar tanto los aciertos como los errores.

Pronto nos dimos cuenta de que además de cocinar, enseñar y aprender, se creaba un vínculo entre la receta y la persona que nos la enseñaba. Así al cocinar unos saladitos, un brazo de gitano, una empanada… teníamos presente a la persona que nos lo enseñó y cómo lo hacía ella y entonces se convertía en los pimientos rellenos de…, los huesitos de…, las torrijas de…y eso cobraba una relación importante entre nosotras y nosotros creándose un ambiente muy agradable.
La idea gustó también a un grupo de jóvenes que pidieron hacer un taller en sábado porque era cuando venían al pueblo. Se hizo un grupo de unos 15 chicos y chicas que muy animosos llegaron a hacer 5 sesiones con sus menús. Por motivos de trabajo y estudios les fue imposible juntarse un número necesario para continuar, pero la satisfacción fue grande también. Los dos talleres son complementarios y había comunicación de recetas e incluso personas que cocinaban en los dos talleres en alguna ocasión.
Ambos talleres constituyeron sus grupos de WhatsApp desde donde se enviaban los avisos, las fotos y cualquier tipo de comunicación necesaria. El grupo del primer taller se llamó: “Laguna chef lagunés” y el grupo de jóvenes se llamó: “MASTER CHEF LAGUNA”.
Como taller funcionó dos años y en estos colaboró con la elaboración de dulces (magdalenas, roscas, orejas) en la Semana del mayor que organiza el Ayuntamiento. Este nos proporcionó el dinero para la compra de los ingredientes.
También en los dos años, por Navidad, organizó una campaña solidaria elaborando y vendiendo alimentos (nubes, huesitos, magdalenas, empanada, roscas, saladitos, bizcocho…) cuyo dinero fue destinado a la compra de alimentos para donar a la “Asociación leonesa de caridad” de León. En estas dos campañas también contamos con la aportación económica del Ayuntamiento para la compra de ingredientes que usamos en la elaboración de los alimentos.
Se retomó el taller en el 2020 pero fue interrumpido por la pandemia.
Este año 2024-25 ha sido posible volver a iniciar el taller. Para ello las organizadoras pusimos el proyecto en conocimiento de la Junta de la Asociación de mujeres El Castillo que acogió de muy buen grado la actividad para hacerla a través de la Asociación.
Se contó con el Ayuntamiento que adecuó el local y proporcionó lo que faltaba (fregadero, calentador, instalación necesaria).


Se retomó el taller en el 2020 pero fue interrumpido por la pandemia.
Este año 2024-25 ha sido posible volver a iniciar el taller. Para ello las organizadoras pusimos el proyecto en conocimiento de la Junta de la Asociación de mujeres El Castillo que acogió de muy buen grado la actividad para hacerla a través de la Asociación.
Se contó con el Ayuntamiento que adecuó el local y proporcionó lo que faltaba (fregadero, calentador, instalación necesaria).
El anuncio lo hicimos a través del WhatsApp de la Asociación y la inscripción también.
Empezamos el taller unas 18 personas. En esta ocasión no hay hombres. En el taller pueden participar tanto socias como no socias, está abierto a todo el mundo.
Funciona puntualmente cada viernes y ya son 16 los menús que llevamos elaborando y degustando.
Como algo puntual hemos hecho un taller para niños y niñas del colegio previa inscripción y resultó muy agradable y animoso. Todas y todos pusieron mucho empeño en meter las manos en la masa y lo pasaron fenomenal.
También hicimos una sesión con los niños de la guardería siendo del agrado de ellos y de las personas adultas que los acompañaban.
En ambos talleres contamos con la colaboración del Ayuntamiento para comprar los ingredientes.
