
El viaje de Las Médulas llegó hasta nosotras de mano de la Diputación de León, a través de su programa “Un paseo por tu provincia” y de hecho lo hizo como un parto prematuro, pues nadie se lo esperaba.
En plena Semana Santa y con un clima incierto nos aventuramos hacia las tierras del oro.
Ya en el puerto la nieve se nos insinuó, convirtiéndose en fina lluvia llegando a Las Médulas.
Compuestas de chubasqueros, paraguas y buen calzado, nos adentramos comenzando por visitar el lago de Carucedo y la Domus o casa romana, bueno, sus restos, que por cierto solo lo vimos desde el autobús debido a la lluvia.


Una vez en el pueblo, después de pasar por el punto de información para recoger sus indicaciones para ese día, continuamos hacia la ruta corta de Las Valiñas.
El entorno natural es inigualable, el colorido de los árboles contrastando y enalteciendo el rojizo de las montañas picudas te dejaba sin habla.
La presencia de castaños milenarios además de asombro te abría la imaginación a figuras extrañas. El silencio de fondo, los olores a hierbas y plantas, las florecillas silvestres.
Y también estaba el camino, que este día se encontraba mojado por las lluvias previas, el barro entre las piedras y esa pequeña subida hizo muy interesante el trayecto, un poco incómodo, quizá, para algunas de las personas que lo transitaron, pero que entre todas fuimos sorteando y disfrutando, otra de las bellezas de esta experiencia.
El colofón lo marcaba la cuevona, una gran entrada en la base de una de las montañas, que, aunque no estaba disponible para entrar, nos daba una cercana idea de la magnitud y su trazado. La cuevona cuenta con su propia leyenda. Este punto significó el paso al ecuador de la ruta, donde era lo suyo hacerse la foto de grupo, como así hicimos.


El resto de la caminata era cuesta abajo casi todo, con un paisaje más abierto, desde donde tomabas distancia con las montañas rojas, disfrutando, más si cabe, de su esplendor.
Estábamos contentas del pequeño recorrido, incluso las personas que ya habían ido en otras ocasiones se mostraban satisfechas. Hubo personas que, por diversos motivos, quedaron paseando por el pueblo en lugar de hacer la ruta, al pueblo, que apenas es una calle, no le falta detalle, desde unos pocos productos de la zona, hasta pequeñas muestras artísticas, todo mezclado con plantas y flores que cautivaban. En fin, que hubo sitio y disfrute para todo el mundo.
El regreso nos acercó a la hora de comer, cosa que hicimos en un restaurante bonito, tras su cristalera podíamos disfrutar de todo el paisaje mientras comíamos, un lujo, además de buena comida y trato amable. Satisfechos, reiniciamos el viaje hacia el castillo de Ponferrada.
Estábamos muy contentas porque, pese al tiempo inicial, la ruta pudimos hacerla sin lluvia y así entramos también al castillo. Un leve recorrido nos mostraba la gran fortaleza desde la que se divisaba, entre dos torres, un fondo montañoso nevado, los estrechos pasillos de piedra y altos escalones nos llevaron hasta un gran espacio abierto, el patio de armas.
En esa estábamos cuando una tromba de agua caía sin límites, se puede decir que el agua nos sacó del castillo, y en cambio nos llevó hasta el museo de la radio, cosas de la adaptación.
Este valor añadido del viaje fue, además de una sorpresa, un agradable recorrido no solo por la historia de la radio, sino también por la historia personal de cada una, recordamos tiempos en los que la radio era compañía e inspiración además de información, resultaba agradable ver a tan grandes periodistas reunidos en aquel museo.
Escritos, historias y teorías sobre Las Médulas hay mucho publicado. Si quieres ampliar tus conocimientos, investigar un poco o simplemente pasar un buen rato, te dejamos aquí abajo unos enlaces.

Sobre la Historia de Las Médulas.
CSIC – Museo virtual de la ciencia.
Las Médulas: su estudio enriquece el conocimiento de nuestra historia.
Las Médulas. Patrimonio de la Humanidad.